Himnos
      N° 1.- 
         
      Cante tu gloria célica armonía,
      tú que compartes con la siempre pura
      la misteriosa genealogía
      de la Escritura.
       
      Esposo virgen de la Virgen María,
      en quien Dios mismo declinó su oficio;
      réplica humilde del eterno Padre,
      padre nutricio.
       
      Último anillo de las profecías,
      ¡oh patriarca de la nueva alianza!,
      entre tus brazos se acunó el Mesías,
      nuestra esperanza.
       
      Guarda a la iglesia de quien fue figura
      la inmaculada y maternal María;
      guárdala intacta, firme y con ternura
      de la eucaristía.
       
      Gloria de Dios Padre que en tu amor descuida,
      gloria a Dios Hijo que te fue confiado,
      gloria al Espíritu Santo que alentó tu vida
      para el AMADO. Amén
       
                N° 2.-
       
                Escuchen que cosa y cosa
                tan maravillosa; aquesta:
                un padre que no ha engendrado
                a un Hijo, a quien otro engendra.
       
                Un hombre que da alimentos
                al mismo que lo alimenta;
                cría al que lo crió, y al mismo
                sustenta que lo sustenta.
       
                Manda a su propio Señor
                y a su Hijo Dios respeta;
                tiene por ama a una esclava,
                y por esposa a una reina.
       
                Celos tuvo y confianza,
                seguridad y sospechas,
                riesgos y seguridades
                necesidad y riquezas.
       
                Tuvo, en fin, todas las cosas
                que pueden pensarse buenas,
                y es fin, de María esposo
                y, de Dios, padre en la tierra. Amén.
       
       N° 3.-
       
      ¡Oh, que dichoso este día
      en que José, dulce suerte,
      entre Jesús y María
      rinde tributo a la muerte.
       
      Tuvo en la tierra su cielo;
      por un favor nunca visto,
      con la Virgen, su consuelo
      fue vivir sirviendo a Cristo.
       
      Ya con suprema leticia
      los justos lo aclamarán,
      lleva la buena noticia
      hasta el seno de Abraham.
       
      Si fue grande la agonía
      que sufrió en la encarnación,
      será inmensa la alegría
      que tendrá en resurrección.
       
      Quiera Dios que en nuestro trance
      no nos falte su favor,
      y piadoso nos alcance
      ver benigno al Redentor.
       
      Que en Jesús, José y María,
      gloria de la humanidad,
      resplandezca tu armonía,
      Oh indivisa Trinidad!!.
       
                N° 4.- 
       
                Llamando a trabajo al mundo
                la aurora de la mañana,
                saluda al son del martillo
                la casa nazaretana.
                 
                Salve, padre de familia,
                de cuyas manos sudadas
                El Artífice Divino
                copió labor artesana.
                 
                Reinando en la cumbre del cielo
                junto a tu esposa sin mácula,
                oye a tus fieles devotos
                sumergidos en desgracias.
                 
                Quita violencias y engaños
                y hurtos al pobre en ganancias,
                baste a todos el vivir
                con una sencilla holganza.
                 
                Por tí, José, Dios Altísimo
                dirija nuestras pisadas
                en paz y santa alegría
                por las sendas de la Patria. Amén.
                 
      N° 5.- 
       
      Que te alaben los célicos ejércitos
      y que te canten los cristianos todos,
      oh preclaro José, que fuiste dado
      a la Virgen en casto matrimonio.
       
      Al advertir su gravidez te asombras,
      y la duda te angustia en lo más íntimo,
      pero un ángel del cielo te revela
      que el Niño concebido es del Espíritu.
       
      Tú estrechas al Señor en cuanto nace;
      después huyes con él a tierra egipcia;
      luego en Jerusalén notas su falta,
      y al encontrarlo lloras de alegría.
       
      Más feliz que los otros elegidos,
      que sólo ven a Dios después de muertos,
      tú, por un privilegio misterioso,
      desde esta misma vida puedes verlo.
       
      Por este santo, Trinidad Santísima,
      déjanos escalar el cielo santo,
      y nuestra gratitud demostraremos
      con el fervor de un sempiterno canto. Amén.
       
       
            
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