La familia Perfecta

 

                                                     ..... Simeone..... 

"Quiero hablaros un poco de la familia perfecta. ¡Cuánto podréis aprender de
Ella! Estos dos Esposos que se amaron como ningún otro:

José era la cabeza, su autoridad familiar era indiscutible. Ante esta autoridad se inclinaba la Esposa y Madre de Dios, y a elle se sujetaba el Hijo de Dios. Todo lo que José decidía, se aceptaba sin discusión. Su palabra era nuestra pequeña ley. Y a pesar de esto, ¡cuánta humildad en él!. Jamás abusó de su poder.

En aquella casa había serenidad, sonrisa y concordia, y de común acuerdo se trataba de hacerla más bella. Había un solo pensamiento. No había nerviosismos, altercados, caras largas, ni reproches mutuos, y mucho menos se reprochó a Dios por no colmarlos de bienes materiales. José no echa en cara a María que sea la causa de su molestia, ni María a él de no proporcionarle mejores comodidades.

Se amaban santamente, y esta es la razón. El verdadero amor no es egoista, y busca siempre el bien del cónyuge. El verdadero amor es casto, como el de aquellos esposos vírgenes. La castidad unida a a la caridad, trae consigo un cortejo de virtudes, y hace a dos perfectos santos.

En aquella casa se oraba; muy poco se ora en los hogares de ahora. En aquella casa había moderación en el comer, porque no se come para dar placer a la garganta, sino para vivir; en los hogares de ahora se vive en la opulencia, y ni siquiera un pensamiento para los que no tienen que llevarse a la boca.

En aquella casa se amaba el trabajo, porque con el trabajo el hombre obedece la orden del Señor: "Comerás con el sudor de tu frente" (Ge. 3,19). Y también con el trabajo el hombre se ve libre del vicio (2 Tes. 3,10).

En aquella casa reinaba la humildad. ¡Cuántas lecciones de humildad para vosotros! ¡Soberbios!. María tenía miles de razones para ponerse soberbia y hacerse venerar de su esposo. Muchas mujeres lo hacen, tan sólo por ser más cultas, o más ricas que el marido. María es esposa y Madre de Dios, y sin embargo Ella "sirve", José es el jefe de la casa. Dios lo vió digno de ser cabeza de Familia.

En aquella casa se observaba el orden: sobrenatural y moral. Meditad en todo esto, vosotros que ahora sufrís mucho por haber faltado en muchas cosas contra Dios. Imitad a los santos Esposos que fueron para Mí: Madre y padre. Donde nací oliendo a rosas en su fragancia de pureza. De mi padre adoptivo aprendí, apenas llegué a la edad de poder usar los instrumentos, sin dejar que me entregara al ocio. Él me encaminó hacia el trabajo, haciéndome hacer objetos para Mamá. De este modo me inculcaba el debido respeto que cada hijo debe tener a su mamá.

¿Dónde están hoy las familias en que se haga que los hijos amen el trabajo como un medio de agradar a sus padres?. Ahora los hijos son los déspotas del hogar. Crecen duros, indiferentes, malcriados para sus padres. Los tienen por sus criados. No los aman, ni tampoco ellos son amados. Porque mientras hacéis de vuestros hijos unos abusivos e iracundos, os separáis de ellos. Los hijos son de todos, menos de vosotros:

¡Oh padres del siglo XX!. Son de la profesora, de la nodriza, del colegio, de los compañeros, de la calle. Vosotras, las mamás, los engendráis y basta. Vosotros padres, hacéis lo mismo. Un hijo no es sólo carne; es inteligencia, corazón, alma. Tened en cuenta que nadie mejor que un padre o madre, tiene el deber y derecho de formar esa inteligencia, ese corazón y esa alma.

La Familia existe y debe existir. No hay teoría o progreso que pueda destruir esta verdad sin arrastrar a la ruina. De un hogar desquebrajado, no puede salir sino futuros hombres y mujeres cada vez más perversos y causa de mayores ruinas. Y en verdad os digo, que sería mejor que no hubiera más Matrimonios y prole sobre la tierra, que el que haya Familias menos unidas de lo que no son ni siquiera las tribus de los monos.

Familias donde no existe la escuela de la virtud, del trabajo, del amor, de la religión, sino que son un caos en que cada uno vive para sí, y terminan por hacerse pedazos. Y así estáis viviendo y soportando los frutos de este vuestro mal con que habéis despedazado vuestra vida social. 
Seguid así, si os place, pero no os lamentéis si esta tierra se convierte cada vez más en en un infierno, en una cueva de monstruos que devoran Familias y naciones.

Lo quisisteis así, y así lo tenéis, y se haga vuestro deseo..."

                                Maria Valtorta (  H.-D. V. 1, pgs. 211 y 217 )
 

                                        
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